Las propuestas que nos propusimos cuando asumimos ondeaban en 3 ejes: la primera era cómo producir un cambio en la estructura interna de la municipalidad, en cuanto a la modalidad de gestión; otra, concretamente, era la calle, que fue el agujero de ozono más fuerte con el que nos encontramos, y tercero apostar a un cambio de actitud sobre lo que significa el concepto de ciudadanía, es decir, lo que la gente entiende como derechos, reclamos, demandas, insatisfacciones. En las tres corrientes de trabajo nos encontramos con terribles problemas. En Lanús, me encontré con que Manuel Quindimil había tenido algunos problemas políticos en las últimas etapas, yo diría en los últimos cuatro años, y había estado complicado todo lo que era el régimen de inversiones en lo local, el Gobierno nacional no había tenido presencia. Aclaro que no fue ninguna persecución política, como alguna vez se dijo, sino que creo que lo estaban acompañando algunos funcionarios no probos, que estaban pensando en cualquier cosa. Se abandonó a la ciudad y la sufrimos en un montón de cosas. De las 7800 calles de Lanús, 7600 están pavimentadas, eso fue un gran logro de Quindimil, pero de ese número, yo diría que 5500 están rotas y es dificilísimo de levantar. Esta es la situación de una ciudad sin inversión, que no fue contemplada para los 600 mil habitantes, aproximadamente, que viven aquí, una ciudad con el índice de densidad de población más alto de toda América, pasamos los 11 mil habitantes por metro cuadrado.
¿Por qué ocurrió esto? ¿Influyen los nuevos edificios?
Sí, pero en una escala muy menor. El índice de crecimiento más alto se dio por una mirada irresponsable de los políticos. Acá hubo ocupaciones masivas de tierras, las últimas que nos quedaban, y esas ocupaciones suelen ser irresponsables, porque son al manoteo, son con una invasión inmobiliaria, para, posteriormente, provocar la venta, es decir, hay personas que desde la marginalidad actúan con una concepción inmobiliaria para hacerse unos pesos, revendiendo el terreno que ocuparon, y esto produce un desastre habitacional, porque hay casas que se instalan donde no puede vivir nadie, con pisos contaminados, falta de los servicios básicos, las napas a 10 centímetros del piso, con problemas de cloacas. Por otra parte, el municipio está muy complejizado en cuanto a la prestación de servicios, no hay espacio para generar asentamientos industriales, para el tratamiento de la basura, es decir, creo que todo esto hace ver que ahora todo es mucho más difícil. La ciudad está agotada, parece tener el paradigma de una ciudad del fin del mundo, porque agotó sus recursos, el más importante que es la tierra lo perdimos.
¿Qué ocurre con los terrenos aún disponibles, como los de la antigua “Campomar”?
Son escasísimos los casos y mi responsabilidad es tomar cada uno de esos pedacitos y multiplicarlos y aprovechar las instancias de desarrollo para que nos parezcamos a una ciudad planificada. Valentín Alsina tiene esa posibilidad, no sólo por el puente sino también por todo el corredor que avanza por Remedios de Escalada, al que pretendemos darle un aire de progreso y mejor calidad de edificación. Esos terrenos los mantuvimos libres, gracias a una acción permanentemente preventiva, en cuanto a mí me avisaban que había posibilidades de ocupación, yo iba con jueces, fiscales y policía, no para reprimir porque jamás lo haría con nadie, sino para que se cumplan los derechos. Nosotros pretendemos que no se nos ocupe más la ciudad, porque cualquier cosa nueva es insalubre. Está contemplado para esa zona un desarrollo urbanístico de viviendas, comercios, escuelas, espacios recreativos, como una parte que integraría un trípode importante que avanza con eso y termina en el Puente Alsina. Durante ese trayecto, nosotros queremos que Alsina en su conjunto le aporte al conurbano bonaerense una característica cultural, industrial y de producción, como por ejemplo, tener centros de exposiciones de uno de nuestros principales productos que es el cuero.
¿Qué pasó con la ocupación del predio de ACUBA?
Todo eso está muy avanzado. En los medios quedó la parte desgraciada que es la confrontación, que ojala fuera con un sentido productivo y en pos de solucionar los temas, pero no pasó eso. Hay un término jurisdiccional allí, porque las tierras eran de Acuba, que es una entidad privada de los curtiembreros, que en 1982 se le otorgó ese predio para la realización de un proyecto industrial, que no se cumplió. En la situación actual, la Provincia toma parte, por lo que las tierras pasan a ser provinciales, que es lo que se está llevando adelante. En esos terrenos hubo muchas ocupaciones, unos seis meses antes que yo asumiera, le tocó a Quindimil, que fue muy fuerte e involucró a 600 familias, aproximadamente, que están ya casi consolidadas. La última, que me tocó a mí, involucró entre 80 y 100 familias, y ya hemos definido el lugar donde se van a quedar y vamos a trabajar por la reconversión de la tierra. Además, se está planeando un proyecto para Lanús que va a ser fundamental, porque nos va a aportar cloacas y tratamiento ambiental a esa zona, que es la planta de tratamiento para las curtiembres. AySA ya se realizó el muro perimetral y nos queda definir la situación de las familias. Se pidieron viviendas al Gobierno nacional para la radicación definitiva, hecho que ya fue autorizado. Por otra parte, queremos instalar viaductos desde la planta de tratamiento para los desechos industriales hasta las curtiembres. Lo definimos, además, es que no pueden convivir con los vecinos aquellas curtiembres que contaminen. Asimismo, he conseguido que el Gobierno nacional me firme un compromiso para un nuevo cruce entre los puentes Alsina y La Noria, a la altura de la avenida 25 de Mayo, que entraría en la autopista AU7 y que, también, hace un giro en el reloj de Lanús, porque en pocos minutos estás en el corazón de la Ciudad de Buenos Aires. Actualmente, está la convocatoria a licitación del proyecto, a pesar de que Mauricio Macri me falló porque él tenía los recursos, pero los giró para otro lado.