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Grindetti: “A todos nos cuesta admitir los errores”

El candidato a concejal por el Pro, Néstor Grindetti, envió
un comunicado denominado “Estamos a tiempo”, en el que analiza la situación
económica del país y brinda variables que podrían aplicarse a este contexto que describe.
“A todos nos cuesta admitir los errores. Es común en el ser
humano sentir vergüenza cuando advierte que se equivocó. Pero no por común, esa
característica del comportamiento, debe dejar de ser corregida; porque cuando
el error nos lleva a tener más problemas y cuando esos problemas afectan a más
gente, reconocer que debemos torcer el rumbo se convierte en una virtud. Y lo
contrario, persistir en el error, se convierte en una peligrosa actitud que
terminará llevando al obcecado a la decadencia y la denostación.
Este segundo camino, el de la tozudez, suele estar
alimentado por un círculo áulico que oculta la tierra bajo la alfombra y le
hace ver al decisor que las cosas siguen bien, que no hace falta cambiar el
sentido de las decisiones. Ese círculo suele actuar de esta forma por apetencia
de poder, por interés económico o por simple ignorancia.
Si todos los indicadores del tablero de un avión  muestran 
que la nave pierde altura y el piloto lo ignora o sus colaboradores le
dicen que el problema no es la pérdida de altura sino el mal funcionamiento de
los indicadores y proceden a desconectarlos; lo más probable es que la nave se
estrelle. Y si la nave se estrella los últimos en enterarse serán los
pasajeros.
No querer ver, es peor que no ver. Pretender ignorar que la
fiebre es un síntoma de una probable infección y romper el termómetro para que
nadie se entere nos puede llevar a una septicemia general por no haber ingerido
los antibióticos correspondientes.
Todo indica que, hace años, vamos  camino a tener problemas en el área
energética, que el Banco Central pierde reservas en forma alarmante, que el
tipo de cambio no siguió el ritmo de la inflación, que los subsidios a la
oferta, (es decir a las empresas) además de injustos, resultaron ineficientes y
ya no se pueden sostener, que la inflación tiene un origen estructural y se
exacerba por la incontrolada emisión monetaria, que nos hemos alejado de un
mundo que nos sirvió la mesa y nos invitó a cenar como lo hizo con toda la
región latinoamericana. Todo esto y algunos problemas adicionales es lo que
muestran los indicadores económicos, políticos y sociales así como los
instrumentos del avión indican la pérdida de altura.
El piloto lo ignora (a esta altura podemos decir que mira
para otro lado) y sus colaboradores le dicen que no debemos hacer nada, que se
trata de una confabulación de la torre de control para desequilibrar la
brillante carrera del piloto.
Otros pilotos, los que avistan el problema desde tierra, que
piensan que hay que cambiar el rumbo, no atinan a generar una idea salvadora o
bien buscan con tanto ahínco las palabras para decir que nos vamos a estrellar
sin aparecer duros frente al público; que terminan siendo cómplices por
omisión.
Finalmente están los que por unos pesos o por un ascenso
para la tía Clotilde se van a la casa para ver por televisión como cae la nave
y a planear como  hacerse amigos del
próximo piloto.
La nave está cayendo, y en la caída hay cumulusninbus, y
estamos solos. Algo tenemos que hacer.
¡La buena noticia es que se puede! Y no se requiere un
ajuste a lo bruto que haga que la mitad de los pasajeros se golpee la cabeza
contra el techo.
Una reforma fiscal que elimine impuestos regresivos como el
impuesto al cheque, que disminuya impuestos al consumo y que haga eficiente la
recaudación del impuesto a las ganancias y de los impuestos patrimoniales,
asociada a una redistribución, justa y eficiente de los subsidios, a un plan de
obras públicas transparente y de cara a las necesidades reales de
infraestructura del país, así como a un reestudio de los impuestos al trabajo
sobre todo en el interior del país para favorecer la generación de trabajo en
aquellos lugares donde más se necesite; puede ser el comienzo.
Habrá que continuar con una reinserción de Argentina en el
mundo, una recomposición a largo plazo de la situación del sistema previsional
que ha sido desbastado por el uso indiscriminado e ineficiente de sus fondos.
Un INDEC que nos diga la verdad y un campo que produzca sin trabas para
exportar todo lo que podamos, acompañado de una industria eficiente, sin
prebendas del estado y ganando mercados con un esfuerzo centrado en la calidad.
Tendremos que aparecer frente al mundo mucho más seguros y previsibles en
términos jurídicos para atraer a aquellos capitales que se fueron en los últimos
años. Adicionalmente, una verdadera federalización del país con una profunda
reforma de la coparticipación de impuestos.
Con este esfuerzo, el círculo comenzara a girar virtuoso, la
oferta aumentará, acompañando al consumo y eso hará que la inflación disminuya
paulatinamente con un tipo de cambio que converja sin brusquedades.
No hace falta un ajuste ortodoxo, no hay que volantear
intempestivamente, necesitamos ser graduales y para ello, el piloto tiene que
estar sereno, tener ideas claras, mirar los indicadores y otear el horizonte;
tiene que liderar a su grupo de colaboradores, escuchando y tomando decisiones
complicadas y, fundamentalmente, tiene que explicarle a los pasajeros que hay
que ajustarse los cinturones, que vamos a pasar tormentas, que el avión se va a
mover por momentos con brusquedad, pero que todos juntos, en calma y cumpliendo
cada uno su rol, vamos a salir de esta.
El piloto tiene que estar tranquilo, confiar en su fuerza y
su inteligencia, no preocuparse por tirar culpas a otros, ahora todo depende de
él. Tiene que admitir que hay que cambiar, que hay que torcer el rumbo, que se
puede, pero que todo eso depende de que los buenos pensamientos, las ideas, las
estrategias, y fundamentalmente el amor por los demás pueda superar el odio visceral
y la ceguera de espíritu que le lleven a pensar que sus propios errores han
sido producto de una mano negra inexistente que nos puso en medio de la
tormenta.

Grandeza es una de los mayores virtudes que tienen que
detentar los líderes y si a la grandeza le sumamos visión de futuro, pero de
futuro lejano, de aquel horizonte que traspasa nuestra propia vida terrenal,
conseguiremos a ese piloto de tormenta que conduzca a la Argentina de hoy hacia
una Argentina mejor para nuestros nietos y para toda nuestra descendencia. A
eso debemos aspirar, nada más, pero tampoco nada menos”.

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