El fiscal que tomó declaración a las tres nenas esclavizadas en Lanús por un hombre y una mujer que profesaban el rito umbanda dijo que no le entra «en la cabeza que sufran tanto dolor».
Espantado y a la vez conmovido por el relato de las niñas, Jorge Griecco, fiscal de la Unidad Funcional de Instrucción (UIF) Nº 4 de Lomas de Zamora, dijo que las pequeñas «estaban tristes y con miedo» cuando hablaron con él, ocasión en que le contaron que «dormían en el piso, a la intemperie» y otros padecimientos.
«Fueron sometidas a la servidumbre sexual y laboral, haciendo un negocio con sus vidas, reduciéndolas a los maltratos físicos y emocionales jamás imaginados», expresó.
Como se informó en la edición de ayer, tres niñas de entre cuatro y 13 años fueron entregadas por sus padres, en 2010 y a cambio de dinero, a un hombre y una mujer que profesaban el rito umbanda, quienes las esclavizaron, torturaron y sometieron a abuso sexual en una vivienda de la localidad bonaerense de Monte Chingolo, en el partido de Lanús.
Las nenas lograron escapar el domingo de la vivienda de pasillo donde la policía detuvo horas después a la «mai» umbanda Graciela Ledesma, de 45 años, y a su tío Jorge Ruso (58).
El fiscal Griecco dijo que las nenas «estaban desesperadas por salir» de la vivienda y que el hombre y la mujer acusados «negaron los hechos, dijeron que siempre las trataron bien y no entienden de qué se los acusa».
Según el análisis del funcionario, «bajo la excusa de llevar a cabo el ritual umbanda, las nenas fueron obligadas a mantener prácticas sexuales con distintos sujetos, hacer tareas domésticas mediante intimidación, amenazas de muerte y fuertes golpes».
Añadió que durante el tiempo que estuvieron cautivas las nenas «no tuvieron oportunidad de educarse ni de contar con elementos necesarios de higiene».
Griecco subrayó que «la declaración de las nenas es muy contundente y se corresponde con las pruebas que obtuvimos hasta el momento. A la psicólga social le contaron con detalles y verazmente lo que vivieron», apuntó. «En cambio, cuando le tomamos declaración a las dos personas imputadas entraron en constante contradicción y negaron absolutamente todo» lo que para él está probado.
La «mai» Ledesma y Russo señalaron, según apuntó el fiscal, que «las chicas ya habían llegado desnutridas a la casa» y que las habían rapado «porque tenían piojos y no querían bañarse». Con relación a los hematomas y golpes que presentaban, arguyeron que eran «porque se cagaban a trompadas entre ellas».
«Hay un agravante en relación al culto», advirtió el fiscal, «y tiene que ver con la modificación del Código Penal en lo que respecta a la trata de personas».
En esa dirección, explicó que ahora está considerado «un agravante la pertenencia a un culto para imponer un poder superior basado en modalidades de tipo violentas».