
Más de 10 mil personas se atendieron por problemas con sustancias adictivas en alguno de los 70 centros de prevención e internación de la provincia de Buenos Aires durante el año pasado.
«Durante el año pasado unas 10.500 personas recurrieron a los servicios públicos bonaerenses para consultar y asistirse por algún uso problemático de sustancias», confirmó la ministra de Salud bonaerense, Zulma Ortiz.
La cartera sanitaria bonaerense cuenta con más de 100 efectores para atender adicciones, 70 son Centros de Prevención y Atención (CPA), 67 son consultorios externos y 6 son centros con internación. centro de día Reencuentro, que depende de su cartera.
Ortiz destacó la labor de la Casa de Día del hospital público Reencuentro, que depende de su cartera y a la que asisten a unas 22 personas de entre 16 y 60 años.
A la Casa de Día llegan las personas derivadas desde los consultorios externos del hospital Reencuentro, pero también de clínicas privadas y comunidades terapéuticas públicas, informó la cartera sanitaria bonaerense a través de un comunicado.
En el inicio del tratamiento entran a las 8 de la mañana y hacen actividades hasta las 5 de la tarde, porque además de la clásica psicoterapia individual y grupal, suman talleres de huerta, literatura, manualidades y grupos de conversación y autoayuda.
Alejandro Scarsietti a sus 36 años, comenzó a beber cuando fracasó un emprendimiento económico familiar y cuenta que tomaba desde que se despertaba, al mediodía, «hasta cuando me daba el cuerpo».
El hombre calcula que tomaba 3 o 4 botellas de whisky por día, ya que «compraba una, me la tomaba y tenía que ir enseguida por otra, no podía pensar que me faltaba», pero luego ingresó a la Casa de Dia Reencuentro y hoy hace 4 años que no consume y comenzó a estudiar radiología.
Carlos Amado tenía 12 años y ya fumaba marihuana; tomaba alcohol a escondidas «para hacerme el grande, para entrar en un grupo» y tras ser internado por su madre, hoy tiene 20 y empezó a estudiar Letras en la Universidad Nacional de La Plata.
«En rigor, la mayoría viene por policonsumo, es decir, combinan alcohol, tabaco, marihuana, cocaína y/o psicofármacos», explica la psiquiatra Marisol Amoreo, de Reencuentro.
Ella y el psicólogo Genaro Fernández Greco coinciden: en los últimos años les llama la atención «la naturalización y alta tolerancia social» frente al consumo de marihuana y de algunos psicofármacos como las benzodiacepinas, al punto que suelen ser ofrecidas a los adolescentes por sus propios padres frente a una situación de ansiedad, miedo o nerviosismo.