el imprescindible triple transplante de corazón y pulmones resultó un escollo
demasiado complejo para la frágil salud de Sandro quien falleció un 4 de enero
de 2010, a los 64 años, en la provincia de Mendoza ante el dolor de un pueblo
que lo ungió como uno de los máximos ídolos de la canción.
acompañado por Sergio Perrone informó que a las 20.40 Sandro falleció, víctima
de un cuadro séptico que se agudizó en las últimas horas. En la puerta del
Hospital Italiano de Mendoza, los fans comenzaron a llorar y no dejaron que
Burgos terminara el parte, ya que lo taparon con un aullido de dolor.
9 de julio de 1958, cuando intentando hacer una fonomímica de Elvis Presley en
un festival escolar, el disco se rompió y Roberto debió cantar a capella. A eso
le siguieron luego el Trío Azul, Los Caniches de Oklahoma y el mítico Los de
Fuego, un grupo de rock bastante procaz -lo que le valió inclusive algunas
censuras-, y con el que inauguró en 1963 el también legendario reducto La
Cueva, de Juncal y Pueyrredón, junto a Pajarito Zaguri y Horacio Martínez. Por
entonces se lo conocía como el «Elvis del Sur» o «Elvis etapa
Las Vegas», según la versión de Charly García, con quien prometió un
incumplido recital en la cancha de River, después de grabar el clásico
«Rompan todo» de Los Shakers en el álbum «Tango 4», de
García y Pedro Aznar. Sin embargo, fue con la música melódica que Sandro logró
su mayor popularidad, que quedó consolidada en Argentina cuando en el carnaval
de 1971 llenó con 60.000 personas el ya desaparecido estadio de San Lorenzo de
Almagro.
63 kilos y tenía un físico de junco que le permitía agregar un plus de
sensualidad inédito en estas playas, habituadas a las simplezas coreográficas
de El Club del Clan. La vida y las toneladas de tabaco que consumió en sus 64
años fueron cambiando las cosas, su cuerpo adquirió panza y su estilo se fue
aplacando, aunque hasta sus últimos shows -cada vez más espaciados- sedujo a
miles de «nenas» que ya pisaban los 60. Lo curioso es que también las
hijas de esas seguidoras se hicieron fanáticas, y competían con sus madres y/o
abuelas en la verbalidad de sus desenfrenos eróticos y en el lanzamiento de
prendas íntimas hacia el escenario. Era una ceremonia que conocía al dedillo y
él mismo organizaba. Las hacía gritar hasta el agotamiento y después, con la
platea más distendida, se ponía a cantar. Y cada tema reavivaba el fuego.
Función tras función, año tras año. Como galán entrado en años, la prenda que
lo acompañó a lo último era una robe de chambre roja, que además de disimularle
los kilos de más le daba un toque hogareño, como para hacerlo accesible en la
imaginación de cada una.
que se hacía estridente y vagamente romántico cuando algunas privilegiadas
llegaban por sorteo al escenario, con el premio de una canción dedicada y un
leve beso en los labios. Las cosas, por supuesto, no pasaban de ahí y a lo sumo
se traducían en una peregrinación casi religiosa los 19 de agosto al bunker
rigurosamente vigilado que Sandro tenía en la localidad de Banfield, cuya
intimidad compartía con parejas generalmente mayores que él y gorditas. En
viejas reseñas periodísticas se pueden leer nociones como «La mujer es
fuente de inspiración, de vida, fuerza de toda energía que yo pueda tener y,
cuando me faltó, me sentí mal». También dijo: «Si no fuera por las
mujeres yo no sería absolutamente nada; primero, porque nací de una mujer.
Además, me acompañaron toda mi vida, me han inspirado todas mis
canciones». Entre las murallas de su mansión tuvo romances de desigual duración
pero aparentemente similares en intensidad: con Tita Rouss, ex de Alberto
Olmedo; con una dama llamada María Elena y con Julia Visciani. En su caso, la
cuarta fue la vencida y se casó con Olga Garaventa -ex secretaria de su
productor teatral Aldo Aresi-, en su domicilio en una ceremonia estrictamente
privada en abril de 2007.
más de 8.000.000 de placas vendidas, con temas como «Así», «Por
qué te amo», «Penas», «Mi amigo el puma», «Penumbras»
y «Una muchacha y una guitarra», lograron vender un millón de copias
cada uno. Algunos de sus álbumes más recordados fueron «Quiero llenarme de
tí», «Sandro de América», «Album rojo», «Se te
nota», «Volver a casa», «La vida sigue igual»,
«Historia de un ídolo» y «Con gusto a mujer». Hasta que
llegaron los problemas de salud y una serie de internaciones en el Instituto
Argentino de Diagnóstico y Tratamiento y otras instituciones, desde que en 2002
debió someterse a un cateterismo. Los sucesivos problemas pulmonares de Sandro,
un fumador compulsivo y enfermo crónico por décadas, se agravaron a lo largo de
2005, cuando enfrentó delicadas situaciones que llevaron a que en diciembre de
ese año fuera sometido a una cirugía de reducción pulmonar. El 20 de noviembre
del 2009 finalmente llegó el trasplante cardiopulmonar que se realizó en el
Hospital Italiano de Mendoza y que concluyó exitosamente, aunque luego se
sucedieron graves inconvenientes. Una escurridiza bacteria instalada en sus
pulmones obligó a realizarle cuatro operaciones posteriores al trasplante hasta
que a la nochecita del 4 de enero, el cuerpo dijo basta. Lo que muchos y muchas
no quisieron entender fue que Sandro era de carne y hueso, que a pesar de su
gloria llevaba a cuestas un físico deteriorado y, finalmente, que al ídolo
también podían alcanzarlo las manos de la muerte (Télam 4/1/10).