
Desde el año 2008, con la crisis provocada por la empresa Lehman Brother, las economías de países y regiones enteras comenzaron a sufrir caídas de las que aun no se reponen. Millones de personas en todo el mundo a comenzaron a vivir penurias y privaciones que quizá nunca habían imaginado. Según ha reportado la cadena noticiosa BBC en 2018, eso llevó a cambios sociales impensados: Muchas parejas decidieron tener menos hijos o no tenerlos, y toda una generación confía menos en las instituciones. El espejo se ha roto y muchos que solían creer en el sistema financiero y en los gobiernos se muestran escépticos.
En esos momentos donde el mundo mostró su cara más real, donde muchas seguridades basadas en lo material se esfumaron de la noche a la mañana, grandes cantidades de personas volvieron a poner el ojo en las religiones. Es por eso que sitios como www.religionesdelmundo.org reciben cada día más visitas de quienes quieren entender qué les sucede y encontrar aquello que les de otro tipo de respuestas.
La “religión” es un sistema de creencias y prácticas que, fundamentalmente, unen la realidad terrena, del día a día, con un más allá. Re-ligar es re-unir lo de aquí con lo trascendente.
Así, aunque muchos siglos separan al hombre contemporáneo respecto de sus primeros antecesores, hoy, en medio de la crisis, parece hacerse la misma pregunta sobre esa trascendencia, sobre si no existe algo más que aquello que puede aprehender a través de sus sentidos o aquello que puede interpretar gracias a su ciencia. Ante esas preguntas, cada una de las religiones ofrece formas de interpretar la propia existencia y lo de aquello que nos rodea.
Con su propio conjunto único de principios y ética, el religioso se interpelará a sí mismo, a los que lo rodean y al mundo. Todas ellas creen que el fundamento mismo de toda existencia se basa en la creencia de una o varias entidad (es) primordial(es) que crea(n) y regula(n) el universo y sus procesos. Esta creencia constituye el núcleo de las diversas ideologías religiosas que prevalecen en todo el mundo.
Si la crisis de la economía no es algo novedoso, la forma en que las religiones las encaran, tampoco. Son muchos los líderes y pastores que se han manifestado a lo largo de siglos contra la pobreza y la exclusión de los pueblos. Por ejemplo, Martin Luther King fue un pastor estadounidense de la iglesia bautista y líder del movimiento de los derechos civiles en los Estados Unidos, y él tenía claro que no habría paz sin igualdad: “Mientras haya pobreza en este mundo, ningún hombre puede ser totalmente rico, incluso si tiene un billón de dólares”, dijo.
Pero más allá de las interpretaciones que las religiones hacen de las crisis económicas, en su mayoría denunciando la injusticia y la exclusión como pecados sociales, también son espacio para que las personas aquejadas por el sufrimiento reciban paz. Hay un dicho en tibetano que sostiene que “la tragedia debe ser utilizada como una fuente de fortaleza”. El Dalai Lama, líder budista, sostiene al respecto: “No importa qué tipo de dificultades pasemos, cómo de dolorosa es la experiencia, si perdemos nuestra esperanza, ese es nuestro verdadero desastre”. Las religiones son ese salvavidas de esperanza cuando el barco de la economía se hunde, el espacio dónde encontrar caminos distintos a los tradicionales para encontrar nuevas respuestas.