
agua son los dos ingredientes básicos que son necesarios para practicar
kitesurf, un híbrido perfecto entre el parapente y el surf que se convirtió en
una tendencia pero cuya historia se hunde en el tiempo.
definitiva, pero sus antecedentes se remontan hasta el siglo XII: Un proverbio
chino afirma que «no se puede guiar el viento, pero puedes cambiar la
dirección de las velas» y fue ese pueblo el primero que intentó usar
cometas para impulsar embarcaciones.
inglés llamado George Pocock asombró a sus vecinos de Clifton al viajar en un
carruaje impulsado por cometas que lo propulsaban hasta 40 kilómetros por hora.
Cuentan que hizo demostraciones ante el rey
Jorge IV y que, en 1828 usó su sistema para empujar un ferry sobre el
río Mersey. Más Tarde el norteamericano Samuel Franklin Cody siguió su ejemplo
y logró atravesar el Canal de la Mancha con un sistema similar.
deporte, convirtiéndolo en lo que es actualmente. El inglés Peter Powell
realizó un aporte substancial al dotar una cometa de dos líneas de agarre. El
propio inventor usó ese desarrollo para impulsar pequeñas embarcaciones. Fue en
1977 cuando Gijsbertus Adrianus Panhuise patenta un sistema de navegación sobre
una tabla de surf traccionada por una especie de paracaídas que recoge muchos
de los aportes del pasado.
que marca tendencia. Una vez impulsado por el viento, el kitesurfista puede
navegar sobre las olas o realizar asombrosas maniobras en el aire.
de temperaturas, ya que los trajes y la adrenalina se encargan de dar calor al
cuerpo, es necesario realizar cursos introductorios antes de lanzarse al agua
en solitario.
Río de la Plata ofrece un escenario ideal para la práctica del mismo. Existen
escuelas como skbs.com.ar que dan cursos todo el año y que permiten iniciarse
en el deporte, entrando en contacto con el agua desde la primera clase.
sí aprovecharlo y practicar kitesurf.