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El anochecer de un escrutinio agitado que le dió el triunfo a Grindetti en Lanús

A las 8 de la noche del domingo 27 de octubre ya se tenían algunas certezas y faltaban unos pocos detalles. Por Yrigoyen se formaban caravanas de simpatizantes del Frente de Todos que, tocando bocina, gritando y cantando, poniendo los dedos en «V», salían a festejar el seguro triunfo de Alberto Fernández y el fin del gobierno de Mauricio Macri.

Una hora y media antes, a eso de las 18.30, dos candidatos y un referente político del Frente de Todos se habían jugado y, a través de Twitter, anunciaban que los lanusenses habían elegido la vuelta del peronismo en todos los niveles, incluyendo Lanús.

A las 8.20. en el local partidario de Pavón y Ramos un dirigente de segunda línea del kirchnerismo mostraba la primera cara larga de la noche a un cronista y sentenciaba: «Se apuraron en lo de Lanús, está muy peleado».

Mientras tanto, a 200 metros de allí, había un escenario partido. De un lado, una batucada peronista con el histórico dirigente Víctor De Gennaro a la cabeza, mientras que, cruzando la avenida, en el local central del PRO se guardaba silencio. Allí no había dirigentes amarillos a la vista y la guardia periodística se había mudado, mayoritariamente, al bunker que Depetri tiene en Escalada. Desde el televisor, Marcelo Bonelli, decía que la diferencia nacional era de un punto y una fiscal partidaria afirmaba que en una escuela del centro había habido más de 100 votos de corte de boleta en favor de Grindetti.

Afuera seguían los bocinazos kirchneristas. El cronista consulta a una fuente partidaria amarilla: «Queremos ser cautelosos, pero el corte de boleta es histórico, va a ser voto a voto».

A las 9, con una puntualidad inglesa, el ministro Rogelio Frigerio apareció ante las cámaras y anunció la difusión de los primeros datos. En el local del PRO las caras empezaban a cambiar: con el 40% de los votos escrutados, Grindetti se ponía adelante.

El silencio y los festejos pasaron de vereda. Llegaron las mesas de Chingolo y Diamante con mensajes de los apoderados kirchneristas: «Acá, Alberto y Axel ganan muy bien, pero Depetri saca poca diferencia. Si el centro es de Grindetti, perdemos».

A las 10, el vocero de Cambiemos anunció  queel intendente se acercaría en minutos al local y la gente se empezó a congregar. Se multiplicaban los abrazos y unos a otros comenzaban a decirse «Sí, se pudo». En la televisión, Vidal aparecía reconociendo la derrota y Macri saludando a Alberto Fernández como presidente electo. Para Lanús parece una escena de otro país. Si la campaña se centró con dureza al corte de boleta, dio resultado.

Grindetti consiguió la mayor cantidad de votos desde que se presenta en Lanús. «Borom, bom, bon, para Grindetti, la reelección», cantaban a esa altura de la noche «voluntarios». El intendente saltando, en medio de ellos, como uno más. Luego descorcha una botella de champagne y baña a todos como si fuera una carrera automovilística. Algo de eso tuvo la campaña: Grindetti tenía el auto del oficialismo, y eso siempre da ventaja, pero después de las PASO disimuló el color amarillo de su escudería y logró llegar primero frente a un Depetri que no pudo retener la punta de votos del Frente de Todos.

Ahora Grindetti gobernará sin el apoyo de provincia y de nación, tendrá que mostrar su muñeca de conductor. Son las 11 de la noche del 27 de octubre, explotan fuegos artificiales y Cambiemos retiene Lanús después de un anochecer de escrutinio agitado. Muy agitado.

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