Alberto Fernández asumió como presidente de la Nación Argentina, junto a su vice Cristina Fernández. La banda presidencial y el bastón de mando fueron entregados de mano del primer mandatario saliente, Mauricio Macri.
En un discurso de más de una hora,
el presidente realizó un análisis de la situación económica y social heredada y trazó líneas de un plan de gobierno que tendrá entre sus principales preocupaciones revertir la crisis económica.
En ese sentido, reiteró su intención de luchar contra el hambre y pidió comprensión y solidaridad a los sectores económicos más beneficiados durante los últimos cuatro años.
Señaló especialmente la necesidad de reestructurar la deuda pública poniendo el foco en el crecimiento económico como condición para logralo.
Sorprendió además el anuncio de intervención de la Agencia Federal de Investigaciones y el anuncio de un proyecto de reforma judicial.
Fernández aseguró que «sin justicia independiente no hay democracia» y que «cuando la política ingresa a los tribunales, la justicia escapa por la ventana».
El mismo tiempo, anunció «un contundente Nunca Más» a «una justicia que decide y persigue según los vientos políticos del poder de turno» y usa su poder para «saldar discusiones políticas» y «judicializar disensos para eliminar al mandatario de turno», en medio de aplausos y ovaciones de parte de los legisladores, que se pusieron de pie para celebrar esa declaración.
Reiteró ese «Nunca Más» a una Justicia «contaminada por los servicios de inteligencia», a los «linchamientos mediáticos» y a los «comportamientos oscuros»
«Es una decisión profunda, cuando digo Nunca Más, es Nunca Más», reiteró ante los aplausos de pie de los legisladores y legisladoras.
Fernández aseguró además que el «Ni una Menos debe ser una bandera de toda la sociedad y de todos los poderes de la República», y que «es el deber del Estado reducir drásticamente la violencia hacia las mujeres hasta su total erradicación», a la vez que se comprometió a ponerle fin a la «discriminación» por etnia, orientación sexual y religión tras afirmar que «abrazaremos a todos los que sean discriminados», ante el aplauso de pie de los legisladores.
El presidente finalizó su discurso hablando de Raúl Alfonsín y anhelando que, cuando finalice su mandato en cuatro años, se pueda decir «que con la Democracia se Come, se Cura, se Educa».