
Durante años, gracias a un marketing cuidadosamente estudiado y desarrollado, Brasil se erigió como sinónimo de fiesta y de carnaval. La belleza de sus escolas do samba, la música contagiosa y el ritmo de los bailarines, llegaron a cada rincón del mundo para conquistar definitivamente el imaginario y convertirse en sinónimo de lo que es la mayor celebración concebible por la raza humana.
Sin embargo, corría la tormentosa década de 1980 cuándo Charly García hizo que los argentinos cantaran, a voz en cuello, que la alegría no era sólo brasileña. Aunque en las calles de Río de Janeiro se levante un gran espectáculo, distintas ciudades y regiones de este lado de la frontera celebran con la misma pasión y mucho color.
Tanto es así que los feriados que este año caen el 24 y 25 de febrero se han convertido en una cita de turismo obligada para los argentinos, que aprovechan estos días para un último respiro antes de marzo, el mes de la vuelta al colegio.
Con motivo de las restricciones para la compra de dólares y siguiendo la tendencia de la temporada de verano, se espera que muchos de esos destinos sean muy requeridos y es por ello que se aconseja utilizar plataformas como Viajes Avantrip para hacer reservas.
La zona de la mesopotamia argentina ya cuenta con años de tradición en estos festejos. Gualeguaychú, por ejemplo, extiende sus festejos durante 10 noches en las que participan comparsas con doce carrozas, mil integrantes y trajes realizados con 70 mil plumas y un millón de lentejuelas. La fiesta, además, se extiende a las tribunas donde los concurrentes danzan al compás de los protagonistas.
Más al norte, la ciudad de Corrientes se proclama como la “capital nacional” del carnaval, aunque se puede decir que toda la provincia brinda grandes espectáculos: Curuzú Cuatiá, Esquina, Mercedes, Goya, Santo Tomé, Paso de la Patria, son otros de los epicentros de los festejos.
Yendo de Este a Oeste, otras regiones tienen sus propias maneras de celebrar, no menos atractivas. La Rioja celebra bajo el signo de la “Caya”, un ritual en el que dos grupos se tiran agua, harina y albahaca, para después bailar y cantar juntos.
Salta y Jujuy merecen un capítulo aparte. Los carnavales andinos sólo conservan el costado festivo de sus pares litoraleños. Pueden ser considerados entre los más antiguos del continente americano con 500 años de tradición.
Los pueblos de la Quebrada de Humahuaca lucen sus mejores galas y a los colores del entorno natural se suman los de los trajes de los participantes. Papel picado, harina, talco, música y bailes, chicha y rica comida se extienden desde el 13 de febrero hasta el 1ero de marzo, abarcando de esta manera las distintas etapas del carnaval norteño.
Finalmente, para aquellos que insistan con el destino brasileño, pueden ir más allá del estruendoso carnaval de Río de Janeiro. Los festejos en lugares como Salvador de Bahía, Fortaleza y Recife no son tan publicitados como los cariocas pero, sin dudas, ofrecerán al visitante una experiencia más tradicional y menos artificial.