La Justicia rechazó ayer un habeas corpus que había presentado Julián Arakaki, el primer preso con coronavirus del país. Arakaki cumple prisión perpetua en el penal de Florencio Varela por asesinar en 2012 a su hija de 8 años, informaron fuentes judiciales.
La jueza de Ejecución Penal 2 de San Isidro, Victoria Elías García Maañon, rechazó el planteo por considerarlo “abstracto” y le ordenó al Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) que informe “cada 48 horas la evolución y pronóstico” del condenado que está internado en Hospital Interzonal General de Agudos Presidente Perón de Avellaneda.
Fuentes judiciales indicaron a Télam que en su resolución, la jueza García Maañón consideró el planteo era “abstracto” porque el defensor solicitaba que se confirme si Arakaki tenía Covid-19, cuando el test ya había dado resultado positivo.
Arakaki es un interno de la Unidad 23 de Florencio Varela que en las últimas semanas había sido derivado al sector Sanidad de la Unidad 42 –en el mismo complejo penitenciario-, por ser considerado un paciente de riesgo.
Es que el filicida es diabético -el año pasado sufrió la amputación de una de sus piernas por esa afección- y además era trasladado tres veces por semana al hospital Presidente Perón de Avellaneda para ser dializado por una enfermedad renal crónica.
Voceros judiciales y del SPB indicaron que la sospecha es que Arakaki se infectó de coronavirus en alguna de sus salidas al hospital donde ahora permanece internado con custodia penitenciaria.
Según las fuentes, este viernes, cuando el detenido fue llevado desde el penal de Florencio Varela al centro asistencial para realizarse una diálisis, los médicos advirtieron que el paciente tenía fiebre, por lo que le practicaron los estudios correspondientes que arrojaron que estaba infectado de coronavirus.
Ante esta situación, el SPB decidió, a modo preventivo, aislar a cuatro detenidos que compartían la sala en el sector de Sanidad de la Unidad 42 con el interno infectado y a otro preso que realizaba el mantenimiento en esa área.
Además, se encuentran en cuarentena en sus domicilios diez agentes penitenciarios, uno de ellos por ser el que trabaja en la sala descripta y los otros nueve por haber trasladado al detenido la semana pasada al hospital para las diálisis.
Arakaki fue condenado el 25 de junio de 2014 a prisión perpetua por el “homicidio agravado por el vínculo” de su hija Milagros Arakaki, de 8 años.
Según el fallo del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 4 de San Isidro –al que accedió Télam-, el hecho ocurrió el 19 de agosto de 2012 en el domicilio del imputado en la localidad bonaerense de Martínez, partido de San Isidro, donde asfixió a su hija por sofocación y luego se subió a un remís y le entregó el cadáver a su ex mujer y madre de la víctima, de quien estaba separado.
El tintorero, argentino pero de origen japonés, le había advertido a su ex esposa luego de la separación: «Un día a Milagros te la voy a matar», según surge de la sentencia.
El eje del debate estuvo centrado en determinar si la muerte de Milagros había sido producto de una asfixia mecánica -como probó la fiscalía-, o producto de una infección generalizada relacionada con una gastroenterocolitis que la niña tenía desde unos días previos, como sostenía la defensa.
La clave estuvo en la declaración del médico forense que practicó la autopsia, quien declaró en el juicio que no tenía ninguna duda de que la niña había fallecido productor de “una asfixia por sofocación” y que prueba de ellos “la compresión a nivel de la boca” y “la lesión en nariz” que encontró, además de la congestión pulmonar.
Además declaró la médica que recibió muerta a la niña en la guardia del hospital y contó que llevaba varias horas de fallecida y le vio las lesiones internas en los labios y la nariz producto de un posible sofocación.
Otro testimonio importante fue el de Elizabeth Alejandra Farías, la expareja de Arakaki y madre de la víctima, quien contó que desde que se habían separado, el tintorero la amenazaba.
No sólo le dijo que un día la iba a matar a Milagros sino que después de que se separaran, durante una semana la estuvo llamando diciéndole: “Me la vas a pagar».
Respecto al día del hecho, contó en el debate que su otra hija de 6 años, hermana menor de la víctima, le contó que “el padre entró a bañar a Milagros cuando se hizo caca, y cuando la sacó tenía los labios violetas. Y que arrastró a Milagros a los gritos de la pieza al baño».
En el fallo, los jueces del TOC 4, Federico Ecke, Osvaldo Rossi y Hernán San Martín, sostuvieron que el tintorero “se supo manejar con ‘frialdad’ para mantener más de tres horas sin vida el cuerpo de su hija en el domicilio hasta que se la entregó a la madre”.