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Crece la producción industrial y hogareña de barbijos

El barbijo pasó a ser hoy una prenda más en la vida cotidiana de millones de argentinos sin distinción de edad, sexo o situación social. Esta medida de protección -que antes sólo veíamos en escenarios médicos- ha ganado la calle para limitar la propagación del coronavirus y, desde que se volvió de uso obligatorio, creció en su producción tanto industrial como hogareña.

Según lo indicado por las autoridades, el uso de tapabocas por parte de la población civil no tiene mayores indicaciones técnicas ni altos requerimientos, ya que se aceptan los de confección casera siempre que estos tengan al menos 3 capas de tela y sirvan para cubrir desde el mentón hasta la nariz.

Como se trata de una prenda de vestir, muchos ya se han puesto a la moda con diseños innovadores y telas que combinen con el resto de la ropa. Además, tiendas especializadas como CL Tejidos proporcionan estampados infantiles y juveniles para que todos se sientan más cómodos a la hora de portarlos. De esta manera, se pueden confeccionar simpáticos barbijos con temáticas de superhéroes o simplemente más coloridos que los tradicionales.

Aunque se trata de un elemento de protección necesario en estos tiempos de pandemia, la masificación del uso del barbijo conlleva algunos inconvenientes inesperados. Las personas de la comunidad sordomuda se ven afectados ya que buena parte de su comunicación se realiza en base a la lectura de labios que, ahora, están totalmente tapados. Es por ello que diversas entidades de bien público y asociaciones civiles han pedido que al menos las autoridades gubernamentales y los periodistas utilicen “tapabocas inclusivos”. Con la misma capacidad de cuidado que los tradicionales, estos poseen un frente transparente que deja visible la boca de quién lo porta.

Además se han registrado dificultades tecnológicas impensadas: distintos algoritmos que trabajan con el reconocimiento de rostros comenzaron a fallar reiteradamente por el crecimiento exponencial de rostros tapados por barbijos.

Mientras tanto, lo que respecta a la producción industrial, el 1º de junio, el Gobierno argentino informó que la producción de estos implementos pasó de 2 millones a 15 millones de unidades desde el inicio de la pandemia.

Por último, una importante empresa transnacional de origen francés instaló en la localidad bonaerense de Quilmes una fábrica de barbijos N95, aquellos de máxima protección que utiliza el personal de salud para la atención de pacientes confirmados de Covid-19.

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