La imagen lo dice todo: el aeropuerto de Salk Lake City de Estados Unidos, que sabe tener casi mil operaciones diarias, hoy está despoblado de aviones de pasajeros y sólo operan aeronaves de emergencia. Mientras tanto, el estacionamiento de automóviles se encuentra repleto ya que las empresas que los rentan no tienen a quién ofrecer su servicio y algunas de las más conocidas han anunciado su quiebra.
Según la Asociación de Hoteles y Alojamientos se calcula que más de 330 mil puestos de trabajo se perdieron o perderán por el impacto del COVID-19 tan sólo en la Florida y se estima que, a nivel nacional, la industria turística sufrirá una caída nueve veces mayor que la crisis desatada tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.
El gran país del norte, uno de los de mayor tráfico aéreo y recepción de turismo en el mundo es sólo un ejemplo de lo que sucede alrededor del mundo: el coronavirus ha golpeado a la industria de los viajes sin un horizonte claro de recuperación.
En buena parte de la retracción se debe a que los Estados Unidos están siendo el actual foco de la pandemia y, más allá de algunas flexibilizaciones, sigue encabezando los rankings de contagios y muertos.
Distinta es la situación de Europa que, lentamente, comienza a dejar atrás lo peor de la situación. A principios de junio, uno de los emblemas de Italia, el Coliseo, comenzó a recibir nuevamente a turistas y, tal como en otros países de la Unión Europea, se han lanzado paquetes de estímulo a los visitantes.
Esto se debe a que esta industria aporta el 10 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI) a la economía continental y, por lo sucedido entre febrero y junio se calcula una pérdida del 50% de ese ingreso.
Sin embargo, los europeos abrigan la esperanza de “salvar” la temporada con la afluencia de gente que llegará durante el verano pronto a comenzar y el otoño venidero. De hecho, diversas agencias de viaje que operan en el país han comenzado a notar el interés de los argentinos por un futuro paseo al viejo continente.
Pero atención: si bien durante décadas los argentinos que viajaban con destino a los países de la Unión Europea sólo necesitaban de un pasaporte legalmente expedido por el Estado, un seguro de viajero, y tener solvencia económica para afrontar la estadía en el viejo continente, se espera que, para 2021, las reglas de juego han cambiado y sea necesario tramitar una visa que lleva la sigla ETIAS para poder permanecer allí por hasta 90 días.
Entre otras cosas, para tramitar la ETIAS se necesita tener un pasaporte que tenga al menos seis meses de margen desde la fecha en la que se ingresará al territorio europeo y la fecha de caducidad de ese documento. Por ejemplo, si se deseara llegar a Madrid el 30 de junio de 2021, el pasaporte no puede vencer antes de diciembre de ese año.
Asimismo se necesitará una fotografía digital para completar el formulario de solicitud: con fondo blanco, rostro completamente visible, sin lentes y con las orejas descubiertas.
El sistema requerirá datos básicos como tus nombres, apellidos, fecha y lugar de nacimiento. El solicitante también deberá suministrar información relacionada con su ciudadanía y país de residencia, en el caso de los ciudadanos argentinos, es probable que se exijan copias de sus documentos de residencia y de sus antecedentes penales.
Además consultará sobre el grado de formación académica y demandará información adicional sobre tus viajes anteriores a Europa, tener una dirección de postal, así como de una casilla de correo electrónico y un teléfono de contacto. La autorización de viaje ETIAS se expide específicamente para un punto de entrada.