
La mayoría de las crónicas periodísticas sobre la muerte de Néstor Kirchner que se escriben por estas horas tienen un punto de partida común: aquél día, la mayoría estaba en su casa por el Censo nacional hasta que la noticia se sintió como un sismo que tenía epicentro en Calafate pero que hacía temblar a la Argentina toda.
Era casi un feriado en las redacciones de los medios, hasta que la radio confirmó lo acontecido. Las llamadas se multiplicaron para convocar a los cronistas que ese día tenían franco. La pequeña Agencia Periodística Lanús, que había cumplido por aquellos días cinco meses de vida, se puso a trabajar para darle una mirada local a la noticia.
Como ordena el manual del periodismo, primero se comunica la novedad y luego un perfil, una necrológica. En el archivo de APL aun se puede leer: «A pesar de que sus médicos le recomendaron modificar ciertos hábitos y bajar los niveles de estres, Kirchner se mantenía hiperactivo, multiplicando actividades como presidente del Partido Justicialista, secretario general de la UNASUR, diputado nacional y virtual precandidato presidencial para el año próximo».
Mientras los cronistas comenzaban a redactar las primeras repercusiones, se volvió a poner en el aire la nota que daba cuenta de uno de los últimos actos públicos encabezados por el ex presidente, realizado en el colegio armenio Jrimian, en ocasión del aniversario de la Noche de los Lápices: “No se callen, que se termine ese concepto que algunos instalaron de que la política es mala. La política va a ir cambiando en la medida que ustedes se involucren. Este país sufre por aquellos que son obedientes de todo. No sean políticamente correctos, si no más bien incorrectos, con ideas y con principios. La presidenta Cristina Fernández dice que nos interesa ser lo primero de lo nuevo y no lo último de lo viejo. Cuando un movimiento como el nuestro se llena de jóvenes, tiene oxígeno y mucho futuro”, había dicho Kirchner.
Cerca del mediodía, APL publicaba las primeras declaraciones públicas del por entonces intendente Darío Díaz Pérez: «Muchas páginas de nuestra historia están escritas desde el dolor. Solo los ideales y los principios nos permiten continuar llevando adelante cuanto consideramos indispensable para todos y cada uno de los hermanos argentinos».
Esa entrevista se realizó en el despacho de Díaz Pérez y, según pudo reconstruir el cronista de APLanus, fuera de las declaraciones de ocasión para los medios, lo que reinaba era un ambiente de absoluta orfandad política. Darío había llegado al poder de la mano de Kirchner. Fue con el apoyo del santacruceño que logró desbancar al histórico Manuel Quindimil. En las elecciones legislativas de 2005, Manolo había hecho campaña por Hilda «Chiche» Duhalde y «jugado en contra» de Cristina.
José Luis Pallares, por esos días presidente del Concejo Deliberante Local, decía en ese momento: «Realmente vi a un hombre con mucho valor, muy pocas veces en mi vida conocí una persona con tanto valor, sabiendo de la enfermedad que lo aquejaba, no le importó nada, y siguió luchando por sus ideales”.
También llegaron las condolencias del concejal Omar López, opositor al gobierno de Díaz Pérez y crítico del kirchnerismo: “Seguramente para los argentinos se murió un ex presidente, para los dirigentes políticos de nuestro país, un hombre de inmensa capacidad política, que ha generado mucho respeto. Recuerdo que el ex presidente siempre transmitía ganas, sentido positivo de las cosas y mucha energía. Desde ya quiero dejar mis condolencias a toda la familia y en especial a la señora Presidenta”.
Horas más tarde, comenzarían el velatorio de Kirchner en la Casa Rosada, por dónde pasaron miles de dirigentes, militantes y ciudadanos de a pié, muchos de ellos de Lanús. También se realizaría una sesión de homenaje en el Concejo Deliberante de Lanús, dónde tomó la palabra, entre otros, Jorge Schiavone, dirigente de la incipiente fuerza del PRO, que años más tarde llegaría al gobierno de Lanús.
La política de Lanús tampoco sería la misma después de la muerte de Kirchner. La elección de 2011 le dio a Cristina la reelección por el 54% de los votos y, en Lanús, se sintió fuerte el corte de boleta en contra de Darío, que apenas superó el 40%. La cifra -que el peronismo local no logró alcanzar nunca más de allí en adelante- le dio la intendencia por cuatro años más. No pareció suficiente llamada de atención esa fragmentación del voto, ni la derrota de las parlamentarias de 2013 a manos del Frente Renovador. En 2015, Néstor Grindetti fue electo intendente y desde allí, la historia es más cercana. Fracasadas las teorías «Lanús es peronista, vota a quién esté en la lista» y «si se gana arriba se gana en Lanús», las tensiones no pararon de crecer y el peronismo de Lanús sigue, en buena medida, disputando la sucesión de Néstor Kirchner a nivel local.