Pasaron ya 20 años desde el día en el que el rugir de los motores de un helicóptero que se llevaba a un Presidente pero no pudieron silenciar tanto ruido de un país cansado de hambre, dolor y muerte. La caída de Fernando de la Rúa es, según se mire, el fin o el comienzo en la historia contemporánea argentina. Pero sin dudas es el fin de los primeros 20 años de democracia, del fin de la convertibilidad y del sueño del país del primer mundo.
La desindustrialización de los 90s se sentía fuerte en un conurbano bonaerense que acumulaba pobreza y hambre. Desde 1998 la situación social había recrudecido y el Gobierno de la Alianza, comprometido en no tocar la paridad cambiaria, se enfrentaba a una fuerte fuga de capitales. El primero de diciembre se anunció un «corralito» que implicaba la imposibilidad de retirar más de 250 pesos de los bancos por semana, lo que llevó a que la calle se quedara «sin efectivo» y los trabajadores informales sin ingresos.
Mientras el Gobierno buscaba un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional a cambio de un mayor ajuste fiscal, en las calles comenzaron a registrarse los primeros conflictos. En Mendoza y Entre Ríos se vivieron los primeros saqueos y cuando se hizo patente la posibilidad de que comenzaran a darse en el conurbano, De la Rúa anunció, el 19 de diciembre, el Estado de Sitio, es decir, la supresión de las garantías constitucionales.
Eso no evitó el desborde social ni los muertos. Lanús llegó a las pantallas nacionales por los sucesos que se vivieron en la zona de Villa Diamante, dónde hubo un intento de saqueo al Hipermercado Coto y uno, concretado, contra un comercio de electrodomésticos de la zona.
En otras zonas del distrito, especialmente en el centro de Lanús y Escalada, vecinos y comerciantes se «organizaban» para «resistir». En épocas dónde no existía el WhatsApp, era común escuchar que, con temor, se hablaba en las esquinas de la llegada de «saqueadores» desde los barrios más humildes.
Casos similares se vivieron en todo el Conurbano. Hay fallecidos por la represión policial y por comerciantes que buscaban impedir el robo de sus pertenencias. Una nota de la Agencia AUNO recoge mucho de lo sucedido en aquellos días de diciembre, donde el hambre y la muerte caminaron juntas por las calles.