El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Oscar Frassia, centró su meditación en el misterio de la Pascua y llamó la atención a quienes «sólo buscan vivir bien, pasar el momento, (y que) viven el individualismo».
Monseñor Frassia se refirió a la donación de Cristo, que fue enviado por el Padre para cumplir una misión. El prelado observó que, en esta misión, el Señor nos deja su doctrina “asumiendo el sufrimiento, la ignominia, la barbarie, la insolencia, la crueldad, la perversión, el pecado de todo el mundo sobre sus espaldas”.
“¡Cristo es crucificado y muere! Él no dice ‘yo me quiero bajar de la cruz’, ‘yo me quiero escapar’, ‘yo no quiero hacer esto’… ¡No! Él dice: ‘Para esto he venido, nadie me quita la vida sino que libremente la doy’. Ahí está el señorío de Cristo”, enfatizó el obispo.
“Él da la vida, muere en la cruz, resucita y nos da nueva vida. Es como el grano de trigo que cae en la tierra y tiene que morir para dar fruto, ya que si no muere no se abre”, agregó.
Monseñor Frassia consideró que, en la actualidad, “nos acostumbramos a vivir una cultura muy fácil”, en la que se desterró el sacrificio, la abnegación, la entrega o la donación.
“¡Cuántos padres que no se quieren sacrificar por sus hijos! ¡Cuántos hijos que no se quieren sacrificar por sus padres! ¡Cuánta gente está abandonada, dejada de lado o alejada! ¡Cuánta gente no quiere entrar en problemas! Sólo buscan vivir bien, pasar el momento, viven el individualismo. Hay una globalización de la indiferencia”, aseguró.
Monseñor Frassia invitó a pedir en esta Cuaresma que Cristo nos enseña a levantar la mirada para adorarlo, para contemplarlo. “Cristo, crucificado, tiene muchas enseñanzas para nosotros, pero Él no se bajó. ¡Cuántas veces nos hemos bajado de las exigencias y de nuestras cruces! En esta Cuaresma, retomemos y fortalezcamos la entrega, la decisión y demos testimonio. Que la oración y la profundidad aumenten nuestra libertad, adhesión y compromiso”, concluyó el prelado