
(Por Pablo Marolla) La comunicación en general ha dado un vuelco enorme en los últimos años. El avance de la tecnología aplicada nos ha permitido acortar las distancias. Hasta casi finalizado el siglo pasado era inimaginable saber lo que estaba sucediendo en vivo y en directo al mismo tiempo en Australia, Japón, Italia y la Argentina en un teléfono celular. Esta revolución de las comunicaciones ha cambiado en esencia la vida cotidiana de las personas.
En este contexto de proliferación de la información, mientras transcurre un fuerte debate sobre el vínculo entre la información y la verdad, los gobiernos municipales asumen un desafío muy importante: contar lo que se está haciendo y no fracasar en el intento.
Los estímulos que reciben las personas día a día a través de sus teléfonos celulares, la radio, la televisión, los diarios, internet, los carteles en la vía pública son cada vez más frecuentes e intensos. Todos los que queremos contarle algo a la gente competimos en el mismo terreno: la percepción.
Comunicar desde un Municipio no se resume a los medios de comunicación tradicionales. Estar en el territorio cara a cara con tus jefes (vecinos) cada día tiene una ventaja enorme: nuestras acciones son el mensaje más poderoso.
Nosotros tenemos la obligación de brindar servicios. Tratar de darle al vecino una mejor calidad de vida. Ése es nuestro objetivo. Para lograrlo deben suceder dos cosas: primero escuchar y segundo dar respuestas efectivas a las necesidades. Cuando alguna de estas dos cosas no sucede, no solamente falla la comunicación del gobierno, lisa y llanamente falla el gobierno.
Dar buenas noticias no es una tarea sencilla para un municipio. Como comentaba anteriormente, la cantidad de estímulos informativos y la diversidad de canales de comunicación combinado con la competencia global y la restricción presupuestaria, nos obliga a segmentar lo mejor posible los mensajes y a ser creativos.
Los vecinos no es una masa uniforme. Las diferencias de edades, preferencias, zonas geográficas son determinantes a la hora de llevar adelante cualquier comunicación. Los canales y las maneras de contar las políticas públicas cambian. Tiene que ser así.
Mi abuela tiene 96 años. Ella lee el diario los domingos. Desde la tapa hasta la contratapa. Pasa cada una de las hojas y no hace otra cosa hasta que lo termina de “estudiar” de principio a fin. Mira la tele. Únicamente canales de noticias. La nona “sabe todo”. Pero esas son casi exclusivamente sus fuentes de información. Así se informa hoy en día. Mientras tanto, mi hermana de 24 años nunca en su vida leyó un diario completo. Rara vez mira la tele, salvo para ver Netflix. Se informa y se relaciona casi exclusivamente a través de su teléfono celular: Instagram, Facebook, YouTube, etc. Navega por internet. Si se entera de algo que pasa en el municipio lo hace a través de estas plataformas.
Las dos conviven en el mismo espacio, comparten la misma sociedad. Pero tienen costumbres e intereses diferentes. Consumen información de una manera muy distinta. La esperan y la buscan de diferentes formas. Es nuestro desafío elegir el canal correcto y encontrar el modo indicado para poder llamar su atención y lograr una comunicación exitosa.
Es por eso que desde la secretaría de comunicación social trabajamos en cada uno de los canales dándole la importancia que merece cada uno. Realizamos y organizamos los timbreos en cada uno de los barrios, producimos nuestros propios contenidos desde el punto de vista informativo hasta el material audiovisual, pusimos en marcha cada una las redes sociales que hoy nos permite llegar a todos los públicos, editamos nuestro propio diario, trabajamos con cada periodista de la radio, la tele y la gráfica brindándoles información. También nos encargamos de coordinar el Centro de Atención Vecinal que recibe 1.300 personas todos los días y respondemos más de 500 llamados diarios al Centro de Atención Telefónica. Todo esto hace que hayamos recuperado el vínculo entre el Municipio y los vecinos.
Pablo Marolla es secretario de Comunicación Social del Municipio de Lanús
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