
El 16 de julio de 2017, el programa «Periodismo para todos» que conduce Jorge Lanata puso en el aire un video que mostraba una supuesta entrevista entre uno de sus productores y un niño de extracción humilde de Lanús. Ese «informe», que no distorsionaba la voz del menor y que no protegía su identidad ya que se lo nombraba con el apodo con el que se lo conoce en el barrio, quiso poner en escena la violencia de ciertos sectores de la sociedad, el consumo de drogas y la connivencia con el delito para reabrir el debate sobre la imputabilidad de los menores y, en el mismo gesto, tapar el origen de la cuestión: la vulnerabilidad extrema a la que se exponen miles de personas en el conurbano y en Lanús.
En el video difundido se acusaba al chico del robo del jardín de infantes N°14 de la localidad de Villa Caraza. El «Polaquito» aparecía en cámara asegurando: «Maté a uno pero no me hicieron la denuncia porque era un transa. No me quiso regalar una bolsita de droga y (el disparo) se lo di en la boca. Yo fumo porro, con merca nevada. Te deja re mambeado».
Rapidamente, el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) denunció que la «entrevista» fue «un montaje producto de graves violaciones a los derechos del niño».
«Por la información y testimonios que disponemos, el mismo habría sido realizado por la producción de Periodismo Para Todos, que con la participación necesaria de personal policial y civil al mando del Secretario de Seguridad de Lanús Diego Kravetz, secuestraron al niño, lo amedrentaron y coaccionaron a efectos de realizarle una ‘entrevista’, que se difundió en el programa PPT y se reprodujo en una enorme cantidad de medios comunicacionales violando los más elementales derechos del niño consagrados en nuestra constitución, leyes y pactos internacionales e implicando ello la comisión de diversos delitos por parte de los adultos involucrados», señalaba la organización.
Más tarde el MTE emitió un comunicado en el que denunciaba la existencia de un «grupo parapolicial que opera en Lanús bajo cierta fachada institucional» y apuntaba contra Daniel Villoldo, mano derecha de Diego Kravetz, cuya camioneta VW Amarok JQW 419 estaba en el «escenario del interrogatorio» del Polaquito.
El 17 de julio, un día después de la emisión del programa de Lanata y en medio de las críticas de los organismos de derechos humanos y organizaciones políticas, el por entonces secretario de Seguridad del municipio, Diego Kravetz, afirmó que era «necesaria una medida cautelar que saque coercitivamente al chico de su hogar sanguíneo».
«No le haces ningún favor si el chico vuelve al lugar donde repite sus conductas. No puede estar conviviendo con el resto de la sociedad», aseguró Kravetz a Radio Mitre.
“Si la justicia no nos acompaña un poco, no hay forma de que la cosa se dé vuelta”, señaló aquel día.
La polemica continuó durante varios días en los medios nacionales y derivó en la internación del chico.
A fines de noviembre, el MTE denunció que los días 22 y 26, un grupo de personas armadas irrumpió agresivamente en dos comunidades terapéuticas especializadas en el tratamiento de niños, niñas y adolescentes buscando al chico.
Contactados para esta nota del anuario, fuentes cercanas a la familia del niño señalaron que esa situación no se volvió a reiterar, confirmaron que continúa internado realizando un tratamiento contra las adicciones y que las querellas penales y civiles contra Jorge Lanata y Diego Kravetz continuan activas y no fueron desestimadas por la justicia.
Este caso, en el que se mezcla la delicada situación social de los barrios y la cuestión política, no fue el único que alcanzó los titulares nacionales. El 30 de marzo, un operativo policial en Villa Caraza terminó con la persecución de dos presuntos delincuentes en las instalaciones de un comedor comunitario donde cenaban algunos chicos del barrio. Por ese accionar, dirigentes de la Central de Trabajadores de la Economía Popular denunciaron que una mujer perdió un embarazo en curso.
Además, en el barrio ACUBA se sucedieron, con diferencia de días, dos incendios que se cobraron la vida de un adulto y cinco niños. En ambos casos todo se originó por el uso de velas para iluminación, la falta de agua para apagar las llamas y la precariedad de la viviendas siniestradas.